mardi 14 août 2012

Acoso al Doctor Ponciano Mbomio Nvo: La verdad es que Guinea Ecuatorial no puede seguir así

 
El abogado Ponciano Mbomio Nvo viene sufriendo desde cierto tiempo un acoso tenaz por parte de las autoridades del Poder Judicial que a muchos guineanos nos parece inadmisible.

Ponciano Mbomio Nvo es, hoy por hoy, el único doctor en Derecho ejerciendo sin ambigüedades en Guinea Ecuatorial y, sin duda, el abogado más prestigioso del país. No ha obtenido su doctorado en una universidad de dudosa reputación ni en un país raro. Este hombre conoce el derecho y lo demuestra en su ejercicio. Ponciano debería ser un orgullo nacional, pero no lo es. No lo es porque todo parece indicar que, precisamente por su nivel de formación y su competencia profesional, crea complejos en el entorno judicial y molesta a algunos sectores de nuestra sociedad. Debe ser humillado. Por eso es perseguido y acosado sin tregua, por eso va de suspensión de ejercicio en suspensión de ejercicio.

Todos nos enteramos estos últimos días, atónitos, de sus revelaciones. Este abogado nos revela situaciones graves que ocurren alrededor nuestro, bajo nuestras propias narices, protagonizadas por aquellas mismas personas que debieran impedir que dichas cosas sucedan, por personas que deberían situarse por encima de toda sospecha, que debieran ser ejemplo de probidad y honestidad en la sociedad. Este incorruptible abogado deja al descubierto la podredumbre que se esconde bajo la falsa apariencia de muchas personalidades públicas de nuestra sociedad. Y las instituciones competentes, lejos de reaccionar actuando conforme a la ley, se quedan impasibles  o, paradójicamente, deciden su persecución.

Pero vamos a mirar un poco más de cerca este acoso. Todo sucede como si prevaleciera en el mundo judicial una guerra fría que no dice su nombre. Y mirando un poco más allá, podemos fácilmente constatar que esta guerra fría se extiende a diferentes sectores de la intelectualidad guineana.

El intelectual es, según la real academia española, “lo perteneciente o relativo al entendimiento”; o también “lo dedicado preferentemente al cultivo de las ciencias y de las letras”. También define la “visión intelectual” como un “conocimiento claro e inmediato sin raciocinio”. Entiendo yo con esto que el intelectual no es necesariamente un universitario; de hecho, la historia está llena de intelectuales no universitarios. Pero queda claro que el universitario es el intelectual por antonomasia.

¿Y por qué estaría peleada la intelectualidad guineana? Esta pregunta me remite a otra: ¿quién es el intelectual guineano y de dónde procede? Para la comodidad de la exposición, nos ceñiremos a los intelectuales universitarios o los formados en centros superiores. En este marco, esquemáticamente, se puede considerar que la intelectualidad guineana está formada por los formados en la Escuela Superior, los formados en España antes de la independencia y durante los primeros años de Macías, los del periodo de Macías propiamente dicho, y los del periodo de Obiang, de múltiples procedencias.

No hablaremos mucho de los de la preindependencia, que fueron exterminados por Macías o se exiliaron.  Hoy día permanecen en el exilio o están siendo claramente marginados o perseguidos en Guinea Ecuatorial.

Muchos de la Escuela Superior y los del periodo de Macías fueron el arma de la “Revolución” de éste.

Parte de aquellos formados en la época de Obiang se puede asimilar al grupo de Macías. Otra parte sufre la misma suerte que aquellos de la preindependencia. Una tercera parte ha optado por sumarse al “gran movimiento de masas”, donde tiene por jefes a personas que, muchas veces, presenta alguna dificultad para escribir.

No cabe duda alguna que los guineanos con edad suficiente se acuerdan todavía de que durante el periodo de Macías se condenaba pública y oficialmente la intelectualidad en Guinea Ecuatorial y se obligaba a todos los alumnos y estudiantes a gritar antes de entrar en clase: “¡¡el intelectualismo, abajo!!”. Bien sabido también es que, en aquella época, los becarios que salían al exterior solo iban a países del bloque del Este: Unión Soviética, China y asimilados, todos ellos comunistas. Entonces, muchos de estos estudiantes, que no todos, que quede bien claro, salieron de Guinea Ecuatorial aprovechando la coyuntura política y bajo rigurosos criterios políticos; salieron por su condición de miliciano o de miembro de la temible “Juventud Hormiga”, o por su relación familiar o de afinidad política con algún miembro del régimen, pero, rasgo característico de la mayoría de ellos, sin el nivel de formación básica necesario para emprender estudios universitarios, y máxime en idiomas totalmente desconocidos.

Al cabo de cierto tiempo, estos estudiantes volvían a su país “formados” según los criterios políticos por los que habían sido meticulosamente seleccionados; volvían a un país en el que se seguía condenando, despreciando y machacando a la intelectualidad, con unos títulos lógicamente consecuentes. Como ocurre a menudo en África, también volvieron con bastantes rasgos típicos y algunas costumbres y prácticas de las sociedades donde habían estudiado.

Esto es lo que, muy a pesar de ellos, las circunstancias de entonces impusieron a estos estudiantes guineanos que hoy pueblan el paisaje intelectual de Guinea Ecuatorial. Es lo que pedía y admitía entonces el régimen imperante, y tuvieron que ponerse a trabajar como bien pudieron. Insisto, entre estos egresados, los hubo de excelentes cualidades, y estos se reconocen hoy en su ejercicio profesional. Pero no es el caso de la inmensa mayoría de ellos. Y decir esto no es ser condescendiente con nadie; es sencillamente hacer una descripción ciertamente poco halagüeña de una realidad lamentable de nuestro país. Esta realidad es bastante evidente en nuestra sociedad y los propios protagonistas podrían tener la la sinceridad de reconocerlo. En algunos países de nuestro entorno, los gobiernos tomaron la decisión de mejorar sus conocimientos enviándolos de nuevo a otras universidades más atentas y respetuosas con la formación que daban a sus estudiantes.

La misma realidad queda patente y nos interpela cuando unos jóvenes se dirigen por internet a otros jóvenes de nuestra sociedad en los términos siguientes: “…los que regresan con estudios y ocupan puestos de responsabilidad, se encuentran con una sociedad que no pueden cambiar porque vuestros padres han querido que esta sociedad viva en la ignorancia, en la mediocridad, en el clientelismo político de primos, hermanos del pueblo, esposas, concubinas, cuñados, amigos, y un largo etc., que sin tener la formación adecuada, ocupan puestos de responsabilidad en las empresas y en la administración, con la única consigna de controlar a la población, sobre todo a la gente formada, para seguir manteniendo así el régimen dictatorial. Estos primos, tíos, cuñados, amigos etc., en vez de ser útiles a vuestros deseos de mejorar el país, resultan ser una lacra que hace mas hundir a vuestros padres y que si no os dais cuenta a tiempo os arrastrarán con ellos”.

El tema que genera la guerra fría pues, en mi análisis, es que los profesionales formados en estas circunstancias, instruidos en el desconocimiento de lo que es una formación de calidad, coparon la casi totalidad de los puestos importantes de la administración y del gobierno cuando representaban lo mejor que admitía el país, me refiero al periodo de Macías, y siguen ocupando gran parte de estos puestos hoy. Y mientras tanto, nuevas generaciones de profesionales guineanos han ido emergiendo, con formaciones digamos más actualizadas y de mayor calidad, formados generalmente en universidades occidentales. La mayoría de ellos, que tampoco todos, demuestra su valía sobre el terreno. Está claro que estos vienen a entrar en competición de hecho con aquellos, y amenazan potencialmente con sacarles los puestos que ocupan.

De modo que aquí se crean dos campos de intereses personales confrontados en el tipo de formación recibida. Los primeros, temerosos de ir perdiendo su poder, privilegios y hegemonía, se cierran en banda y se protegen entre ellos. Entienden que la llegada de estos nuevos es una amenaza para ellos. Los segundos, por su parte, entienden naturalmente que deben aportar a su país lo que saben hacer para el bien de todos y para el progreso de nuestra sociedad; así sucede donde se han formado. Por razones comprensibles, no entienden y se alzan contra la cerrazón de sus predecesores.

 Esta incursión progresiva de estos que “creen saber más que todo el mundo” y traen “ideas importadas” no es del agrado de los ocupantes del aparato administrativo y gubernamental, que desearían implantar un sistema de pseudoigualitarismo académico e intelectual en el país, lo cual explica por qué cualquier atrevido se hace llamar doctor en Guinea Ecuatorial. La disparidad en la calidad de la formación crea complejos mal reprimidos, más en unos que en otros. Y por estos complejos, cuando alguno llega a ostentar un poder que le permita humillar o aniquilar al que podría amenazar con quitarle el puesto, entonces no vacila en golpearle donde puede hacer más daño. Esta hostilidad puede ir desde bloqueos administrativos inexplicados y casi sistemáticos, falsas acusaciones de índole político, calumnias y difusión de bulos contra la buena reputación del afectado, encarcelamientos injustos, hasta tentativas de eliminación física. El odio latente contra la intelectualidad sigue constituyendo una realidad tan incuestionable como preocupante hoy día en Guinea Ecuatorial, y se reconoce en expresiones corrientes como: “¿qué se cree?”, “no sabe nada”, “lo va a ver”,  “tiene ideas importadas”, … etc.

Este comportamiento de aborrecimiento a la intelectualidad se consolida desde el golpe de estado que se atribuye a  Atanasio en 1969. Atanasio Ndong Miyon, principal artífice y negociador de la independencia de Guinea Ecuatorial, que fue seminarista y no hizo estudios universitarios, era calificado de “célebre intelectual guineano”. Murió en la cárcel de Bata por consecuencia, se dice, de ese intento de golpe de estado no sangriento muchos de cuyos elementos quedan por clarificar. Su reputación de intelectual y su protagonismo en dicho golpe de estado en un régimen que aborrecía a los intelectuales sirvió de excusa a este para exterminar a todos los intelectuales que pudo, demonizar definitivamente el concepto de intelectual en Guinea Ecuatorial y culpabilizarlos de ser lo que eran. Aparte de costarle la vida, el nombre de Atanasio Ndong Miyon sigue siendo tabú hoy día en Guinea Ecuatorial. Y no es casualidad. La tendencia a acabar, incluso físicamente, con los que “presumen de saber” o representan de alguna manera la intelectualidad sigue existiendo indiscutiblemente en buena parte de la sociedad guineana.

La gran mayoría de los profesionales egresados de Occidente ha conocido todo tipo de humillaciones y vejaciones para incorporarse al mundo socio profesional en Guinea Ecuatorial. El firmante de este artículo ha pasado por mil y una peripecias. Esto es lo que está experimentando actualmente el Doctor Ponciano Mbomio Nvó.

Estos complejos hacia los intelectuales en Guinea Ecuatorial son multifactoriales, tienen otras dimensiones que no vienen al caso en esta ocasión, pero que se podrían analizar en otro momento.

El resultado de todo esto es que el gran perdedor de nuestra absurda guerra es nuestro propio país, Guinea Ecuatorial. Nos hacemos haraquiri. Mientras prevalezcan estos comportamientos y tendencias, estos bloqueos a nosotros mismos, siempre estaremos sumidos en el oscurantismo, la brujería y la creencia en nuestros rituales macabros que nos caracterizan hoy en día. Nuestro país vive sumido en la ignorancia y los que nos dirigen se niegan a admitirlo. La organización y estructuración políticas del país rematan esta sombría realidad. Nos desenvolvemos en un círculo vicioso: los que ocupan los puestos desde los cuales se debieran resolver estos problemas acuciantes, son los mismos autores de las aberraciones denunciadas. El régimen creó a los pseudointelectuales, ahora estos gangrenan el régimen.

En el caso del Doctor Ponciano que nos ocupa, y en otros vividos, todo parece apuntar que muchas de las personas a las que el régimen ha dotado de poder  tienen una especial preocupación en aniquilar, solo por complejos y envidia, a los recursos humanos más útiles del país, a la elite intelectual, a aquellos que, en otros sitios, constituyen el orgullo nacional, que son precisamente necesarios para la formación de las nuevas generaciones, que garantizan que los jóvenes crezcan en un país que brinda oportunidades. Esta actuación devastadora sobre los valores de la educación y la formación de calidad debe considerarse como una forma de terrorismo nacional por parte de las autoridades que lo practican, y tratada como tal.

Una vez más, debemos imponernos nosotros mismos para hacer prevalecer la razón en nuestro país. Guinea Ecuatorial no puede continuar así siempre. Y tanto si lo saben como si no, los verdaderos intelectuales guineanos patriotas, estén donde estén, se encuentran en posición privilegiada para demostrar al mundo que Guinea Ecuatorial tiene otro tipo de personas que las que maculan su buena imagen nacional e internacional desde más de cuatro décadas. Es tiempo de que los verdaderos intelectuales guineanos tomen la palabra y marquen la pauta a seguir, sin complejos ni culpabilidades.

Yo creo que es necesario abrir, sin miramientos y dentro de Guinea Ecuatorial, un verdadero y franco debate intelectual sobre cómo ir descebando esta situación, que puede sobrevivir a este régimen; un debate en el que la gente hable razonando, haga preguntas inteligentes, o hable de aquello en lo que tiene alguna base. Un debate en el que no habrá sitio para falsos intelectuales con intención de crear bochorno. Yo creo que nos corresponde crear este espacio de debate contradictorio, sin que la gente se pelee, un espacio donde la gente empiece a hablar sin ningún miedo, tranquila y sencillamente de cosas constructivas para nosotros mismos y nuestros jóvenes.

Podemos sacar algo positivo de la persecución al Doctor Ponciano. Por ejemplo, creando desde  ahora mismo, sin recurrir a nadie, sin más condiciones que nuestra propia voluntad y sin miedo, lo que podríamos denominar el “Círculo de Pensadores de Guinea Ecuatorial”, un espacio de tertulia, con criterios de ingreso, en el que intelectuales guineanos serios puedan aportar ideas sanas en y para este país, recreándose, charlando, discutiendo, debatiendo libremente de cualquier tema social, cultural, económico o político, en torno a un refresco o taza de té o café. Cualquier guineano con capacidad para desarrollar un tema con base será el bienvenido. Y como lo digo, ya está en marcha, aunque solo fuera empezando con el Doctor Ponciano.

Doctor Wenceslao Mansogo Alo

14/08/2012

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